Mar del Plata se creó como un negocio inmobiliario. No una sola vez —en su fundación— sino dos veces: a mediados del siglo XX, los edificios en altura transformaron la ciudad tradicional, modificando el paisaje urbano y también la sociología, la economía y la imaginación de la ciudad. Esa “segunda fundación” destruyó patrimonios, pero fue realizada con una inmensa capacidad de trabajo local al servicio de ciertas ideas procedentes del gran mundo: el progreso, la modernidad, el consumo.
En las décadas de 1950 y 1960 los edificios florecieron en el centro, y la venta de departamentos turísticos fue furor. Los libros de la historia y arquitectura local han estimulado una visión romántica de las grandes mansiones de la “aristocracia” y de los chalets de piedra. Pero, ¿qué decir con las moles de cemento que configuran hoy el paisaje urbano?, ¿quién las construyó, cuándo, cómo, por qué, para qué?
Al estudiar la “Mar del Plata vertical” que se desarrolla a una asombrosa velocidad entre 1930 y 1970, esta obra es una aguda indagación de los aspectos positivos y negativos de ese proceso y una invitación a pensar la ciudad del presente y del futuro.