Se trata de la original combinación de prosas breves con poemas, dando lugar a un contrapunto en el que ambas modalidades literarias dialogan sobre la naturaleza como paradigma de la vida y la belleza, la escritura en su relación con el cuerpo, la búsqueda y el buceo en las profundidades de la sensibilidad. Todo ello con el eje puesto en la mirada confidente de una mujer, que es, a la vez, todas las mujeres. Es una obra acabada y bien definida con la que la autora logra plasmar los visajes de ese algo más que se encuentra a las puertas de la realidad, y que no es otra cosa que la puesta en acción de la potencia por ser y de la impotencia por decir que lleva al hombre a hacer arte como última red de significación. Con estas premisas y tales capacidades, el conjunto tiene la virtud de disputarle al silencio su soberanía sobre las personas y las cosas, devolviendo a la palabra la aventurada dimensión del sentido. Rafael Felipe Oteriño
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